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jueves, 20 de enero de 2011

David Livingstone, Una vida para la gloria de Dios.

David Livingstone (1813-1873) fue un explorador escocés, famoso por sus viajes en el continente africano donde descubrió el lago Ngami (1849) y las famosas cataratas Victoria, a quien llamó así por la reina de Inglaterra.

Fue Médico licenciado en Medicina y Cirugía de la Universidad de Glasgow, y sus constantes viajes sirvieron no solo para descubrir nuevas rutas que permitieran conectar el continente africano con el europeo, sino también para ejercer su profesión y al mismo tiempo luchar contra la esclavitud.
Pero su legado más importante no fueron las rutas comerciales descubiertas. Tampoco fue su lucha contra la esclavitud o los múltiples descubrimientos geográficos. David Livingstone quedara en la historia como el primer misionero cristiano que llevo el evangelio a África. Su obra no se limitaba a descubrir territorios para la reina de Inglaterra, sino a descubrir nuevas rutas para predicar el evangelio.
Vivió durante muchos años lejos de su familia, sufrió enfermedades e incomodidades, incluso ataques de animales salvajes, pero nada le hizo desistir del propósito que él tenía en su corazón. Livingstone podía decir como el apóstol Pablo:
“Pero cuantas cosas eran para mí ganancia,  las he estimado como pérdida por amor de Cristo.Y ciertamente,  aun estimo todas las cosas como pérdida por la excelencia del conocimiento de Cristo Jesús,  mi Señor,  por amor del cual lo he perdido todo,  y lo tengo por basura para ganar a Cristo." (Filipenses 3:7-8)
Es considerado un héroe nacional y su cuerpo fue enterrado en la Abadía de Wetminster. Tumba de reyes y monarcas, así como de otros personajes como Isaac Newton, Charles Dickens, Rudyard Kipling entre otros.
Su legado Espiritual
Desde su infancia, David había oído hablar de un misionero valiente destacado en la China, cuyo nombre era Gutzlaff. En sus oraciones de la noche, al lado de su madre, oraba también por él. A la edad de dieciséis años, David comenzó a sentir un deseo profundo de que el amor y la gracia de Cristo fuesen conocidos por aquellos que permanecían aún en las densas tinieblas. Por ese motivo, resolvió firmemente en su corazón dar también su vida como médico y misionero al mismo país. la China.
Durante todos los años de estudios para llegar a ser médico y misionero, se sintió impelido para ir a la China. Cierta vez, en una reunión, oyó el discurso de un hombre, de larga barba blanca, alto, robusto y de ojos bondadosos y penetrantes, llamado Robert Moffat. Ese misionero había regresado del África, un país misterioso, cuyo interior era todavía desconocido. Los mapas de ese continente tenían en el centro enormes espacios en blanco, sin ríos y sin sierras. Hablando sobre el Africa, Moffat dijo al joven David Livingstone: "Hay una vasta planicie al norte, donde he visto en las mañanas de sol, el humo de millares de aldeas, donde ningún misionero ha llegado todavía." Conmovido, al oír hablar de tantas aldeas que permanecían todavía sin el evangelio y sabiendo que no podía ir a la China por causa de la guerra que se había desencadenado en aquel país, Livingstone respondió: "Iré inmediatamente para el Africa."
Fue en su juventud cuando David Livingstone decidió dedicar su vida a  Dios, poniéndose como propósito el ser útil en sus manos. En una carta, que escribió desde Curumá, Livingstone se expresó de la siguiente manera sobre el lugar que había escogido para su centro de evangelización: "Está situado en una comunidad de seres que se llama "Mabotsa", que quiere decir "Cena de Bodas". Que Dios nos ilumine con su presencia, para que por intermedio de siervos tan débiles, mucha gente encuentre la entrada para la Cena de las Bodas del Cordero."
En su fervor, deseando que Dios le conservase la vida y lo usase como medio para que el evangelio penetrase en el continente africano, Livingstone oró así: "Oh Jesús, te ruego que ahora me llenes de tu amor y me aceptes y me uses un poco para tu gloria. Hasta ahora no he hecho nada por ti, pero quiero hacer algo. Oh Dios, te imploro que me aceptes y me uses, y que sea tuya toda la gloria." Además, escribió lo siguiente: "No tendría ningún valor nada de lo que poseo o llegare a poseer, si no tuviese relación con el reino de Cristo. Si algo de lo que poseo, puede servir para tu reino, te lo daré a ti, a quien debo todo en este mundo y en la eternidad."
David Livingstone partió a la presencia del Señor en Mayo de 1873, tenía Malaria y una hemorragia interna producida por una disentería. Uno de sus acompañantes dijo que al entrar a la tienda encontró a Livingstone de rodillas orando sobre su cama, minutos después partiría de este mundo. 
Su corazón fue enterrado en África mientras que su cuerpo fue devuelto a Inglaterra, pero su alma ya estaba en el gozo de su Salvador y Señor.

Livingstone vivió su vida con un verdadero propósito, El pusó a Dios en el primer lugar de su vida convirtiéndose en un hombre que marcó su generación, no solo por sus logros humanos, sino también por su vida llena de fe y de testimonio.
La pregunta es: ¿Que estamos haciendo con nuestras vidas? ¿Estamos viviendo con el propósito de agradar y darle la gloria a Dios por sobre todas las cosas?
 
"Entonces Jesús dijo a sus discípulos:  Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo,  y tome su cruz, y sígame." 
                                              Mateo16:24


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